¿Cuál es la estrategia del packaging ante un trascendente cambio legal?
Con la reciente aprobación de la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular se se completa uno de los pilares maestros lo que será el futuro más inmediato del mundo del packaging en España. A falta de que se publique el Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, lo que sucederá en los próximos meses, el sector del gran consumo se prepara ante lo que será un cambio muy trascendente en su actividad y con elevados costes, no solo por cuestiones como el nuevo impuesto al envase plástico, el canon a vertederos o las obligación de los sistemas de responsabilidad ampliada, sino también por lo que supone en muchas casos mover tu catálogo a nuevos materiales de envasado, en un momento además en el que los precios tienen un comportamiento completamente irracional.
El pasado mes de febrero se publico el último informe sobre innovación y sostenibilidad en el packaging en la Revista Alimarket en el que hemos analizado aspectos de la actualidad como el impacto del nuevo marco normativo, la situación de las materias primas o los avances tecnológicos, con especial atención a las estrategias que se están desarrollando para que el cliente pueda confiar en que sus envases cumplen con lo que el cliente y las instituciones le piden.
Ecoconcepcion, la evolución del ecodiseño
El sector del gran consumo ha avanzado mucho desde los momentos en que buscaba fórmulas para aligerar el packaging que usaba o para prescindir de elementos superfluos. Actualmente, la creación de un envase solo es posible desde una visión de conjunto pensando no solo en el consumidor o los costes, si no también en la sostenibilidad. Este modelo, denominado ecoconcepción, valora toda la vida del envase, desde que entra la materia prima en la fábrica hasta que es gestionado en los puntos de reciclado. Ya no se trata simplemente de reducir elementos superfluos, sino también adaptar el proceso de producción a los nuevos materiales con los que se trabaja o saber cómo facilitar el proceso de reciclado.
Esta nueva visión afecta como es sabido al uso de distintos materiales a la hora de componer el envase, algo especialmente relevante en los plásticos multicapa, pero también a otros aspectos como los pegamentos, las tintas o las ayudas para reparar embalajes. La clave para un buen uso del material recuperado tiene que ver directamente con cómo llega el mismo a las plantas de reciclado y garantizar que el proceso es lo más sencillo posible es una forma segura de tener materias primas de segunda generación adecuadas a la calidad que se requiere. Asimismo, esta nueva concepción representa una oportunidad de ahorros operativos con respecto a la materia prima y una fórmula para reducir el volumen de materiales que se pueden ver gravados por impuestos y tasas.
Reciclar, reciclar y volver a reciclar
El centro de casi todas las estrategias, independientemente del sector o material, tiene que ver con un mayor uso de los reciclados. La demanda de este tipo de soluciones ha alcanzado récords absolutos en los últimos meses influyendo de manera decisiva en la disponibilidad de la materia prima. Aunque lógicamente es el plástico, con menores tasas de aprovechamiento de los residuos posconsumo (sobre todo cuando el material se emplea para fabricar de nuevo envases o productos de mayor valor añadido), el que más interesado está en mejorar la circularidad de su producción, alternativas con tasas de recuperación significativamente mejores como el metal, el vidrio, el papel y cartón o incluso el cartón complejo, están potenciando las tecnologías para lograr un mayor aprovechamiento del residuo.
Los transformadores de envases son los primeros en interesarse por mejorar los proceso de reciclado e incluso se han implicado directamente en forma de compras o inversiones. Y en el horizonte surgen tecnologías que hasta hace poco se planeaban como auténticas quimeras como el reciclado químico o el enzimático con las que se busca tratar con lo intratable, desperdicios de envase que hasta ahora no tenían otra salida que la valoración. Los próximos tres años serán clave para conseguir una plena circularidad de todos los tipos de envases, independientemente de la materia prima.
La fábrica como pulmón
Otra de las claves para todos los actores tiene que ver con el proceso productivo. La huella de carbono representa ahora la obsesión de toda la cadena de producción y eso implica necesariamente todo lo que se hace en la fábrica y en el transporte. La deseada neutralidad en carbono ha empujado a todo el mundo a trabajar con conceptos de cero residuo, de forma que el aprovechamiento industrial de todo residuo generado es ahora mismo casi una obligación para toda la industria. Pero este nuevo concepto de fábrica trae consigo otras acciones como por ejemplo la instalación de sistemas para fabricar directamente elementos de manutención o un mejor aprovechamiento energético.
Menguar el volumen de CO2 que se produce en una planta de producción es un proceso constante que se ve además acompañado por acciones externas de responsabilidad ambiental como los programas de replantación de bosques (que permiten compensar el CO2 generado) o limpieza de playas. A esto se suma un paquete de inversiones creciente para que las fábricas generen porcentajes cada vez más elevados de energía procedente de fuentes fotovoltáicas o inversiones para mejorar la eficiencia energética, capítulo que es especialmente crítico para la industria del vidrio o el metal. La fábrica completamente autosuficiente a día de hoy es una entelequia, pero es el objetivo final que todas las empresas se han fijado.
Oportunidades para todos
Aunque la estrategia que se pide con el nuevo marco legal busca un modelo económico basado en la Economía Circular, el eje de todas las acciones tiene sobre todo por objeto reducir la presencia que el plástico tiene en nuestro modelo de consumo. El resultado ha sido una catarata de oportunidades para todo tipo de materiales que de repente se han encontrado con que sectores a los que hasta ahora no tenían acceso demandan sus productos. El agua envasada se ha acercado con éxito a formatos como el metal, el papel o el cartón complejo; el cartón ha podido acceder a procesos de envasado en atmósfera modifcada; la celulosa está viviendo una particular edad dorada con grandes proyectos para expandir su presencia; el vidrio ha vuelto a ser una opción viable a medida que se imponen opciones como los rellenables; e incluso la madera ha sabido reinvindicarse y se ofrece como una alternativa de calidad para campos como el monouso.
El plástico también busca reinventarse a toda prisa y poco a poco transmuta hacia alternativas como los biopolímeros, cuya producción se espera que se incremente de forma exponencial en pocos años. La cuestión es simple: si hasta hace no mucho cada material tenía un sector que le servía de fortaleza para capear cualquier inclemencia del mercado, ahora mismo muchas barreras mentales tanto en el envasador como en el consumidor final han caído. Si los problemas técnicos y de disponibilidad que actualmente hay en muchos casos se superan, el mundo del packaging vivirá una nueva revolución como la que trajo en su día el plástico.
¿Innovar solo o en compañía?
Pero esos problemas técnicos y de disponibilidad de los que hablamos son en muchos casos gigantes con sombras muy alargadas. Hasta ahora la industria estaba acostumbrada a lidiar sola ante cualquier dificultad, respondiendo a lo que identificaba como necesidades del mercado. Pero ese modelo ha cambiado drásticamente en los últimos años a medida que los desafíos se volvían más complejos. Las nuevas tecnologías de reciclado o aplicar un proceso de envasado o embalado concreto a un material en el que la experimentación había sido mínima requieren de una colaboración de toda la cadena, que afecta a fabricantes de envases, pero también de materias primas, envasadores e incluso especialistas en gestión de residuos o laboratorios.
Y el propio sector del packaging ha tenido que cambiar esa forma unidireccional de entender la innovación creando espacios propios en los que poder trabajar sobre el terreno con el cliente con vistas a solucionar problemas específicos. Este nuevo modo de entender el proceso de creación, del que ya hemos hablado en anteriores ocasiones, no ha variado ni un ápice a pesar de los rigores de la pandemia, y en el último año hemos asistido a aperturas en todos los ámbitos: tapones, envases de plástico, de fibra, o empresas del sector de cartón. Los frutos de esta nueva forma de trabajar se ha comprobado que son más directos y la visualización de los resultados resulta más rápida, acortando los plazos que van de la mesa de diseño a la línea de producción, un aspecto vital en un momento en el que los tiempos son clave.
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